Este es el paseo amable por la costa en la que el mar de tanto en tanto se encabrita. Hoy el mar estaba alegre, jolgorioso y risueño, regalándome sus bailoteos brillantes y acompañándome en mi paseo, quizás porque sabía que necesitaba su energía. Dejó que le respirara incluso tierra adentro cuando se colaba por las heridas que la tierra ha ido admitiendo como propias sorprendiéndome su bramar cuando menos lo esperaba bajo mis pies.
El y yo sabemos que otras veces se revuelve y esa energía me embarga pero no es la que ha de cederme hoy. Hoy sólo puedo sentir su presencia ahí, bajo mis pies, escuchar sus suspiros, gemidos y quejidos, recordatorios no más de que la calma siempre tiene un fin.
El y yo sabemos que otras veces se revuelve y esa energía me embarga pero no es la que ha de cederme hoy. Hoy sólo puedo sentir su presencia ahí, bajo mis pies, escuchar sus suspiros, gemidos y quejidos, recordatorios no más de que la calma siempre tiene un fin.
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Glauka